Sí, se la he quitado algún rato, y por la noche le estaba poniendo unos pantaloncillos, pero esta noche pasada ha conseguido quitárselos y lamerse la herida. No se ha quitado los puntos, pero la tenía roja y chuperreteada. Así que, lamparón al canto.
De las braguitas no me hables, Tali: fue ponérselas, y empezar a refrotarse como un desesperado contra todo lo que encontraba. No paró hasta que no consiguió quitárselas. Así que, si alguien quiere unas preciosas braguitas de celo sin estrenar.
"Si a tu perro no le gusta una persona, probablemente a ti tampoco debería gustarte."
Seguro de lo que más se va a acordar de todo esto es del lamparón .
¿Tiene que llevarlo mucho tiempo? Tenerlo así durante muchos días debe ser agotador para ambos.
El hecho simple de que mi perro me quiere más que yo a él constituye una realidad tan innegable que, cada vez que pienso en ella, me avergüenzo (Konrad Lorenz).
Pues esta debería de ser una buena noticia: Chico ya se ha acostumbrado a la lámpara. ¿La parte mala? Imaginaos un cafre de 33 kilos y con una antena parabólica en el cabezón corriendo hacia vosotros a toda velocidad para saludaros efusivamente. O persiguiendo un balón a carrera tendida. O abalanzándose sobre su pobre madre para demostrarle lo contento que está de jugar con ella (la pobre Sira se da media vuelta y sale por patas cuando le ve acercarse). O bailando hecho una O por el pasillo mientras la parabólica rebota contra las paredes.
Pues eso...
"Si a tu perro no le gusta una persona, probablemente a ti tampoco debería gustarte."