Yo lo conseguí en dos etapas, con una pila de salchichas e infinita paciencia.
Cuando le lanzaba la pelota se volvía loca loca por cogerla, cuando la cogía la llamaba y acudía (primera etapa); cuando se acercaba con la pelota entre los dientes le extendía la mano abierta con un trocito de premio escondido y aprisionado entre la palma y el pulgar; le decía "dáme". Por narices tenía que soltar la pelota para coger el premio. Liberaba el pulgar para mostrarle el manjar y la pelota caía en mis manos (segunda etapa). Luego cojía su premio y se colocaba en posición para el nuevo lanzamiento.
Actualmente le lanzo la pelota, viene con ella y me pongo a caminar para otro lado, ella viene y se pega a mi pierna haciendo el "junto" sin soltar la pelota hasta que le pongo la mano para que me la dé. Si la pelota se cae al suelo cuando la está soltando se revuelve como una fiera para engancharla otra vez y depositarla en mi palma de nuevo; por supuesto que si se cae, no hay premio, sólo si la suelta y yo puedo agarrarla.
Si le lanzo la pelota y otros perros la acompañan en el regreso queriendo jugar, pues juega, pero sin soltarla. Pueden pasar más de cinco minutos hasta que me la entrega, pero al final lo hace.
Hasta aquí todo perfecto, ¿ a que parece bonito ?, pues sí, lo éra, porque ahora tengo un problema colateral: si ve que no hay premio no la suelta, y si trato de quitársela me da golpes con la pata en la mano como diciendo "estáte quieto, que si no hay recompensa no hay pelota que valga", y no me la entrega, se la tengo que arrancar literalmente de los dientes.
En resumen, la primera y segunda etapa me funcionaron. Pero ahora estoy hipotecado con las salchichas.
Creo que caí en mi propia trampa.
No se si esto te servirá de algo, pero bueno, ahí queda.