He aprovechado que ya es de noche para llevarlo a una zona donde hay muchos conejos. A él, a oscuras, se le disparan los instintos de cazador y de protector. Se queda atento a cualquier movimiento y si ve a un conejo se va acercando poco a poco y se lanza a correr. Con el NO o el VEN, vuelve y ya está. Pero quiero acostumbrarlo a que venga al silbido y que automáticamente se siente a mi lado. Y, claro, he optado por nuestra mejor aliada: la salchicha.
Yo, conceis mi caso, el collar que utilizo es de adiestramiento o de castigo. Pero es increíble el poder de convocatoria de una salchicha. No sé que haría sin ellas, como supongo que os pasa a muchos de vosotros. Así que este post sea un homenaje a todas ellas, sean de pollo, de pavo, de ternera; brastwurt, frankfurt o pickenbraburt; nacionales o de importación.
¡Viva las salchichas!
